En astrología a la Luna se la interpreta como un planeta, aunque en realidad es un luminar, el Satélite de la Tierra, que gira en torno a ella, en un ciclo sin fin que se desarrolla en 28 días.
La Luna Nueva es el momento del ciclo en el que permanece oculta por el Sol. El Sol y la Luna se encuentran, entonces, en el mismo grado del zodíaco.
El trabajo del Sol es brillar, irradiar, existir. En nuestra Carta Natal, el Sol explica el propósito esencial, que no es otro que ser, ser uno mismo.
Todos los planetas en la Carta Natal, bajo la energía que vibren (Signo) o sea cuál sea el lugar en el que se manifiesten (Casa) están al servicio del director de orquesta que es el Sol.
El Sol representa también al arquetipo del padre. El padre promueve el crecimiento de la autodeterminación y la independencia, en forma de capacidad de valerse por uno mismo y elevarse por encima de la generación anterior. Sol y Luna son complementarios.
La Luna representa el arquetipo de la madre, léase lo que sea que materna, para que el hijo o el proyecto prosperen proporcionando cobijo, nutrición, sostén y seguridad.
Ambos, juntos, formando una Luna Nueva, cada 28 días, nos proponen algo. Se trata de generar un inicio, nos ofrecen la oportunidad de sembrar una semilla más, en nuestro proceso evolutivo.
Esta semilla puede ser desde un pequeño cambio en las rutinas o en la percepción de una situación, hasta el inicio de una relación o de un gran proyecto personal o profesional, cualquier cambio se puede empezar a gestar en Luna Nueva.
Si buscamos un “empujón cósmico” a nuestros proyectos, una Luna Nueva va a ser facilitadora, aunque otros elementos en la Carta Natal, o por tránsito o progresión, también nos pueden ayudar o, en su caso, limitar.
Pasada esta fase, la Luna seguirá su periplo por el zodíaco, en el que se definen 4 etapas principales: a los 7 días estará creciente, a los 14 días, llena, a los 21 días menguante y a los 28 días nueva, otra vez.
En esta primera fase, creciente, de 7 días, posterior a la Luna Nueva, se produce un fuerte aunque incipiente, desarrollo y crecimiento; ya sea de proyectos, planes, de una relación … sin embargo, es un crecimiento ciego, todavía no tiene una forma definida.
Llegados a la Luna Llena, 7 días después, es el momento en que, en oposición al Sol, la Luna refleja toda su luz permitiéndonos ver con mayor claridad; empezamos a tomar conciencia de la dimensión que tiene la cosa.
Las Lunas Llenas son momentos de acumulación y acopio de energía solar, en forma de luz reflejada, en los que el astro se hace visible en el cielo, en su totalidad, a simple vista. Simbólicamente es como si la noche se convirtiera en día y esto tiene un impacto emocional y en el descanso nocturno, que a menudo, se altera.
Esta energía acumulada, en forma de tensión, es observable en el entorno con un mayor movimiento en general, gatillando situaciones darán lugar a una mayor demanda de los servicios de urgencia, que ocupan hospitales, bomberos, policía, juzgados, etc. de ahí las leyendas de la Luna Llena y su relación con los lobos y el misterio.
En esta fase, la Luna nos facilita la toma de conciencia acerca de emociones que permanecían ocultas y de la evolución de la semilla plantada. Es la oportunidad de “darnos cuenta” y poner en marcha los primeros cambios, redirigir la nave, ajustar el ritmo, comprobar la dirección.
Poco a poco la Luna se irá haciendo más pequeña a nuestros ojos, en los 7 días siguientes. Son días de Luna menguante, oportunos para ir soltando lo que no nos sirve, lo que no suma, limpiar los errores, deshacerse de expectativas poco realistas, y prepararnos para sembrar nuevas semillas.
7 días más tarde, cumpliendo su viaje de 28 días por el zodíaco, la Luna nos ofrecerá una nueva oportunidad en forma de semilla, otra vez, una fase nueva, iniciando un nuevo ciclo.
El resultado final de una plantación es una cosecha. Para recoger la cosecha, esto es, ver claramente cuál ha sido la evolución y el resultado final o de etapa, conviene esperar, al menos 6 meses, a cuando se da la siguiente Luna Llena, en el mismo signo en el que se dio la Luna Nueva de la plantación.
Los humanos hemos usado este conocimiento en procesos productivos de la tierra, el cuidado de animales, para realizar compras, programar bodas y gestaciones, decidir el inicio de guerras y acuerdos de paz y hasta para el cuidado personal, por ejemplo, eligiendo el momento más adecuado para cortar el Cabello y las uñas, o tomar determinados remedios.
Tan cotidiano como pasear en un día de sol o quedarnos en casa durante una tormenta, conocer los ciclos de la Luna nos ayuda a tomar decisiones, más alineadas con la energía y por tanto más orgánicas. Esto nos hace la vida un poco más fácil.
Núria Coral
Octubre 2024