Algunas personas se imaginan a una astróloga con el pelo rojo y mirando el futuro en una bola de cristal. O la asocian a los horóscopos de los periódicos y te dicen: yo no creo en “esas cosas”, o si. La Astrología actual no tiene nada que ver con esto.
La Astrología es un conocimiento ancestral, las primeras informaciones nos llegan de Babilonia y Egipto, desde donde se extendió al resto del mundo. A partir de esa raíz común, el desarrollo de la Astrología exigía a los estudiosos un mayor apoyo de otros conocimientos a los que impulsó, como son las matemáticas, la física o la medicina.
La Astrología siempre tuvo dos grandes objetivos: la predicción del futuro en base a la previsión de los movimientos planetarios y el estudio del comportamiento del ser humano a través de la carta natal.
El conocimiento astrológico del comportamiento humano se basa en el estudio empírico de la relación del cosmos con la observación directa de los humanos durante siglos. La Astrología tuvo su clímax en Grecia primero y en el Imperio Romano después. Posteriormente, el cristianismo destruyó los centros de conocimiento y persiguió a aquellos astrólogos, que se constituirían en los “grupos herméticos” éstos escondieron el conocimiento para no ser perseguidos.
En inquisición, en España y otros lugares de Europa, se persiguieron todo tipo de prácticas no aceptadas por la ortodoxia oficial, especialmente el conocimiento que explicaba el ser humano como un alma que va evolucionando en un proceso de ciclos y que estos pueden estudiarse y predecirse a través del movimiento de los planetas.
La visión de la Astrología medieval fue dogmática y determinista. Se creía que las personas venían definidas en su carta natal y que nada podía cambiar ni evolucionar. Se mantuvo, sin embargo, la Astrología predictiva, que era utilizaba por los únicos que podían pagarla y que tenían suficiente poder para no ser perseguidos por la iglesia. Los poderosos. En el medievo se conocían 7 planetas y éstos se dividían en maléficos y benéficos.
Los planetas transpersonales han sido descubiertos más tarde. Hoy se trabaja, básicamente, con 10 planetas. La Astrología actual tuvo un gran impulso a través de la figura del Psiquiatra Carl G. Jung, discípulo de Freud, que en 1950 empezó a utilizar la carta natal como herramienta de trabajo en muchos de sus casos.
Desde la Astrología actual se ve la Carta Natal como un mapa, una especie de carta de navegación, que contiene información acerca de los filtros que el ser trae, en el momento de nacer.
Estos filtros van a ser la manera específica de percibir la realidad; son como unas gafas de color, que tiñen nuestra manera de percibir el mundo y con ella el enfoque de unas áreas respecto de otras y por tanto la creación de una realidad y no otra.
En la Carta Natal podemos analizar dos grandes áreas: de un lado los temas que vienen del pasado: los apegos y del otro el proceso evolutivo. Los apegos son el yo quiero, yo necesito… son el punto de partida infantil. Reconocer estos temas nos ayuda a comprender cuál es nuestro propósito o “plan de alma”.
Identificar los conflictos iniciales nos permite dejar de culparnos a nosotros mismos o a otros, dejar de victimizarnos poniendo fuera aquello que nos pasa y empezar a entender porqué y para que nos pasa: qué es lo que hemos venido a aprender.
El proceso evolutivo que explica la carta, a través del estudio de los ciclos planetarios es un camino del crecimiento y desarrollo personal.
Nadie vive totalmente su carta, de entrada, sino que es un proceso en el que, en cada momento vital, ocupamos un lugar concreto del camino.
Es el “viaje del héroe” en el que podemos ir desarmando nuestros apegos y miedos originales e ir descubriendo y poniendo en marcha nuestros talentos, encontrando nuevas maneras de relacionarnos con la realidad.
Cuanto más evolucionado es un ser humano, más espacio energético vive dentro de su carta. La Astrología es una herramienta extremadamente potente de autoconocimiento, que está en constante evolución, experimentación y desarrollo.